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Aprende a cambiar tu mentalidad y tus actitudes

1 enero, 2022

Hemos oído muchas veces que, si buscamos el éxito, debemos tener las actitudes correctas y lo que algunos definen como una “mentalidad ganadora”. Pero ¿cómo las adquirimos?

Cuando hablamos de nuestra mentalidad, nos referimos al conjunto de creencias, opiniones, ideales y reglas personales que rigen nuestra vida. Es una especie de filtro a través del cual interpretamos el mundo.

Esto influye en cada una de nuestras decisiones, en la forma en la que actuamos y en lo que pensamos. Por lo cual, sería posible considerarla la parte más importante en nuestra búsqueda de cualquier meta.

Tal como decía el escritor irlandés Bernard Shaw:

“El progreso es imposible sin el cambio, y aquellos que no pueden cambiar sus mentes no pueden cambiar nada”.

¿Qué tiene de malo mi mentalidad?

Para ser uno de los factores más importantes en el camino al éxito, resulta sorprendente lo poco que influimos de manera activa en la construcción de nuestra mentalidad.

A menudo está constituida por aprendizajes, experiencias, actividades y rutinas a las que nos acostumbramos desde pequeños o que adquirimos sin darnos cuenta. Estas, a su vez, suelen estar regidas por las mentalidades de otras personas.

Por lo tanto, es probable que nos gusten las cosas que le gustan a la gente que nos rodea, que nos agrade lo que les agrada a nuestros padres o que consideremos valioso lo que las personas que admiramos consideran valioso.

Esta práctica no es mala por sí misma, pero implica que nuestra mentalidad puede hallarse lejos de nuestros objetivos y de nuestra identidad como individuos.

Por eso, el primer paso para cambiar nuestra mentalidad es definir qué queremos en verdad y para lograrlo se requiere tener una idea más clara de quiénes somos.

Basta con que aprendamos a separar aquellas partes que nos agrada que sean nuestras de las que son de alguien más.

Quizás son opiniones que defendemos, aunque nunca las hemos reflexionado, ideales en los que en verdad no creemos o rutinas que para nosotros no tienen mucho sentido, pero que aun así seguimos.

Definir qué tiene verdadero valor para ti es como desarmar parte por parte tu mentalidad y conservar solo aquellas que son útiles para volver a construirla a tu medida.

Comprueba tus descubrimientos

Cuando empezamos a conocernos (o reconocernos) es imperativo analizar de manera objetiva aquello que conformará nuestra nueva mentalidad.

Es como asegurarse de que todos los ladrillos que usaremos para construir nuestra casa estén en buena condición y sean resistentes, de otra forma, corremos el riesgo de que nos caiga encima ante la menor perturbación.

Para esto, primero debemos reconocer en nuestros pensamientos las cosas que son reales y las cosas que son meras interpretaciones de la realidad.

Imagina que cuando eras pequeño tuviste un encuentro desagradable con la mascota del vecino y este fue un evento tan intenso que creciste creyendo que todos los animales van a atacarte.

La realidad (tu mala experiencia) pasó a formar parte del filtro de tu mentalidad, lo cual generó una interpretación que no es acertada (todos los animales son peligrosos).

En el proceso de reorganizar tu mentalidad, llegará un momento de comprobar con fuentes objetivas si aquello que has creído es real o no, experimentar y aprender. Con base en esto, serás capaz de recalibrar tus actitudes y el conjunto de pensamientos al que estás acostumbrado.

Para que una mentalidad sea sólida y útil, es necesario que nuestras creencias, ideales y opiniones tengan cimientos firmes, que perduren y sean capaces de resistir los ataques de la vida.

Esto nos vuelve más resilientes y hace que reaccionemos con más claridad e inteligencia ante las circunstancias, mientras que nos mantenemos abiertos a las posibilidades.

Elige activamente cada día

Es muy probable que durante el proceso de forjar nuestra nueva mentalidad descubramos que hay actitudes que nos gustaría tener, formas de pensar que nos llaman la atención o creencias e ideales que queremos adoptar.

No obstante, no suele resultar sencillo cuando se trata de elementos que son muy diferentes de aquello que conocemos o que, a pesar de los beneficios, no nos parecen agradables.

Quizás te gustaría ser más asertivo, ser más ahorrador, preocuparte más por tu salud o estar libre de vicios.

Lamentablemente, no existe un atajo para añadir estos rasgos a tu mentalidad. No es muy probable que un día despiertes y por obra de magia ames ejercitarte.

Por eso es necesario construirlo a lo largo del tiempo.

Debes volverte proactivo y elegir cada día incorporar esos elementos a tu vida. Con el tiempo y la repetición constante se volverá una parte de ti y eventualmente aprenderás a apreciarla y valorarla, hasta que la realices de manera inconsciente.

Que tus interacciones refuercen tu mentalidad

Ya que hemos logrado deshacernos de las partes más débiles de nuestra mentalidad y trabajamos en adquirir nuevas actitudes, es necesario reforzar estos cambios.

Debemos analizar las relaciones que tenemos, los productos que consumimos y todo aquello que influya en nuestro progreso. Después toca descartar aquellas que nos impiden avanzar y desarrollar las que nos ayudan.

Todo está incluido: personas, libros, música, comida…

Porque si planeas ser más saludable, los postres no serán la mejor opción o si quieres ser más responsable, aquellas amistades que te incitan a salir de fiesta en lugar de terminar tu trabajo no serán las más adecuadas.

No implica que te dediques a destruir tu vida anterior o que cortes la conexión con todos tus viejos amigos. Sino que se trata de un ejercicio de enfoque, de poner atención a lo que fomente la mentalidad que quieres desarrollar y que tu entorno refleje lo que buscas ser.

En conclusión

Este sencillo proceso para cambiar de mentalidad y actitudes puede resumirse en tres palabras: purificación, reconstrucción y mantenimiento.

Las primeras etapas se concentran en definir lo que buscamos, deshacernos de aquello que no queremos y asegurarnos de que tenemos materiales sólidos con los que construir lo nuevo. A su vez, las últimas etapas se centran en la adquisición de aquello que deseamos en nosotros y el trabajo necesario para que permanezca.

No obstante, que sea fácil de comprender el procedimiento, no implica que llevarlo a cabo se logre sin dificultad. Siempre que queramos hacer un cambio, habrá resistencia de diversas fuentes, desde la que surja de nuestros paradigmas hasta la de las personas que nos rodean.

Al final, cuando nos enfrentemos a ella, todo se reducirá a nuestra determinación para obtener la vida que queremos tener.

¿Tienes alguna duda? ¿Qué te gustaría agregar a tu mentalidad? Nos interesa leerte. No dudes en comentarlo. 😉

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