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Cómo encontrar la paz interior en tu vida diaria

16 diciembre, 2020

Sobra decirlo: el mundo actual está cargado de situaciones estresantes, un ritmo de vida acelerado y eventos que parecieran diseñados específicamente para evitar que tengamos un momento de tranquilidad.

Entre todo el ruido y la “contaminación emocional” que esto genera, mantener la paz interior es una herramienta indiscutible para llevar a cabo nuestras actividades de una manera más eficaz.

Cuando nos enfrentamos a una situación estresante, nuestro cerebro libera sustancias y envía señales que tienen el propósito de mantenernos con vida.

Este “estado de alteración” surge por una necesidad evolutiva en la que, ante una amenaza o un depredador, nuestros antepasados necesitaban que sus cuerpos trabajaran más allá de sus límites.

Aunque en estos tiempos las dificultades a las que nos enfrentamos no suelen ser de vida o muerte, nuestro cerebro conserva esa manera de reaccionar ante las situaciones que exigen mucho de nosotros.

Por eso nos sentimos abrumados, nuestra mente desvaría, no podemos concentrarnos y la toma de decisiones se vuelve una tarea imposible.

Nuestra parte lógica parece apagarse por un momento y nos quedamos a merced de la más primitiva, la que solo se preocupa por “sobrevivir”.

Por lo tanto, la paz interior es un estado mental al que accedemos deliberadamente. Uno en el que somos capaces de resistir los niveles más altos de estrés a la vez que conservamos nuestra habilidad de actuar de manera lógica y racional.

Esto es algo tan importante que muchas culturas y prácticas espirituales lo tratan como uno de los signos de la “iluminación”.

También, los griegos lo conocían como “ataraxia”, que era el estado ideal en el que debían estar los soldados antes de entrar a una batalla.

Entonces, si te interesa aprender a desarrollar este estado en tu vida, aquí te presento algunas acciones que puedes realizar.

Aprecia los detalles

En muchas ocasiones nos enfrascamos en una persecución continua de las metas más grandes y los objetivos que deseamos lograr.

Esto provoca que avancemos por la vida como un automóvil deportivo por una carretera despejada. Cuando vamos a esas velocidades, todo lo que nos rodea se vuelve borroso y solemos “perdernos el paisaje”.

Por eso, de vez en cuando, tómate el tiempo para viajar más lento y apreciar lo que te rodea.

Aquellos detalles son los que muchas veces no notamos y que terminan siendo los más importantes.

Disfruta a tu familia y a tus amigos, los descansos y las ocasiones de ocio y diversión. Aquellos pequeños placeres pueden hacer de tu experiencia algo más completo y satisfactorio.

Ajusta tu enfoque

¿Cuántas veces te has conectado a una red social solo para encontrar publicaciones o comentarios que te irritaron?

Aunque todos tenemos derecho a nuestras opiniones e ideales, cuando estos suelen ser contrarios o diferentes de los de otras personas, solemos sentirnos ofendidos de manera personal, en lugar de percibir la realidad de que ellos están ejerciendo su derecho tanto como nosotros.

Esto se extiende a muchas áreas de nuestra vida. Nos concentramos demasiado en aquellos factores que salen de nuestro control y permitimos que esto nos arrebate la tranquilidad.

Por eso es necesario que ajustemos nuestra manera de enfocarnos. Tenemos que ser conscientes de lo que nos rodea y separar las situaciones en aquellas que dependen de nosotros y las que no.

Una vez que lo sepamos, solo resta dejar que aquellas que salen de nuestro control sigan su curso y enfocarnos en las que sí podemos cambiar.

Reconoce los “vasos de agua”

En la misma línea de cambiar nuestra manera de ver la vida, surge una expresión muy conocida que reza que alguien puede “ahogarse en un vaso de agua”.

Es decir, que podemos tener la tendencia a preocuparnos de más por problemas que no tienen mucha importancia o que son de fácil solución.

Por supuesto, cada persona conoce su estado psicológico y emocional y todos reaccionamos de manera diferente ante las dificultades, pero es necesario que seamos capaces de discernir por nosotros mismos cuándo estamos exagerando en algo que podríamos estar solucionando.

Dedica tiempo al silencio

Esto puede referirse tanto a alejarse un poco de situaciones que nos estresan como a tomarse unos minutos cada día para meditar.

En estos tiempos nos sentimos incómodos con la falta de ruido, sin darnos cuenta de que en realidad está sumando a nuestro estrés, en lugar de ayudarnos a reducirlo.

Anhelamos ese estilo de vida agitado y lleno de sucesos.

Nos sentimos vacíos sin él. Pero en realidad es porque no hemos aprendido a ver lo que ya ocupa esos espacios.

Si te detienes un momento de vez en cuando y pasas un rato contigo mismo lograrás descubrir muchas cosas sobre ti, reducirás el ritmo de tus pensamientos y te relajarás.

Encuentra la técnica que más se adapte a tu estilo de vida (caminar, yoga, ejercitarte, meditar…) y ocúpala frecuentemente.

Acepta lo que no puedes cambiar

Todos hemos tomado al menos una mala decisión en nuestras vidas. Algo que, por el conocimiento limitado que teníamos en el momento, parecía la mejor opción.

O quizás fue algo que hicimos sin pensar o que parecía que era fácil de controlar. En muchas ocasiones el resultado trágico de estos instantes nos atormenta por mucho tiempo después de sucedido.

Permitimos que se convierta en un monstruo que nos persigue y del que huimos con esperanzas de que algún día se detenga y podamos seguir sin él a nuestras espaldas.

Lo que pasa en esta situación es que, al no detenernos a enfrentarlo, nos ocultamos a nosotros mismos el hecho de que no se trata de un “monstruo” que nos persigue, sino que es una versión retorcida de nuestros miedos y anhelos que llevamos encadenada a nosotros.

Por ello, entre más rápido intentamos huir, más rápido parece seguirnos.

La solución, entonces, reside en confrontar aquello que ya ha sucedido. Ya sea algo que hicimos nosotros o algo que hizo alguien más.

Se encuentra en el pasado y no puede hacernos daño ahora, en el presente. Cuando nos atrevemos a verlo cara a cara y aceptar que no puede destruirnos, entonces pierde su poder.

Tal como reza la plegaria de la serenidad, escrita por el filósofo alemán Reinhold Niebuhr:

“Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia”.

Tómalo un paso a la vez

Lo sabemos: hay muchas cosas que hacer. En ocasiones parece que la lista fuera interminable.

Hemos llegado a un punto en el que incluso aquellas actividades que disfrutamos se sienten a menudo como un deber.

Si a todo esto le añadimos lo que nos disgusta, el proceso para convertirnos en mejores personas, el aprendizaje, las relaciones sociales, el trabajo… ¡No es sorpresa que estemos tan estresados!

Como ya dijimos, la paz interior implica una decisión. Y la que se debe tomar en este tipo de situaciones es la de vivir en el presente.

Claro que es importante ser consciente del pasado y tener un plan para el futuro, pero cada cosa tiene su momento y su forma.

En el gigantesco cúmulo de experiencias que llegamos a vivir, nos hallamos muchas veces en un modo automático. Como robots que ejecutan comandos uno tras otro sin ser conscientes de ello.

Pero todos estos momentos a los que no prestamos atención conforman nuestra vida. Y aunque pueda sonar cliché: solo tenemos una y el tiempo pasa muy rápido.

Entonces, si puedes proponerte el objetivo de solo disfrutar, descubrir, experimentar y maravillarte por los sucesos por los que guías tu día a día, estarás convirtiéndote en una fuente de paz.

Estarás más presente en tus actividades, te sentirás más atento, más en control de lo que sucede y podrás aceptar cada momento conforme llegue y con todo lo que ofrezca.

¿Tienes alguna duda? ¿Cómo practicas tu paz interior? Nos interesa leerte. No dudes en comentarlo. 😉

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